La directora nos lleva a Kara-Kara, un distrito marginado, históricamente hogar de leprosos, en el que reina una cultura de violencia entre pandillas. Algunos jóvenes intentan salir de ahí, a veces formar una familia y ofrecerse un futuro distinto de la prisión. La directora, originaria de ahí, filma su vida cotidiana y el deseo de muchos de escapar del ciclo de violencia.
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